lunes, 28 de octubre de 2013

La oportunidad

Mi niño cumple hoy tres meses. 

Tres meses de una corta vida que a mi se me antoja larga. Porque han sido los 90 días más llenos de mi existencia. Porque me siento plena desde que está conmigo.

En mis largas noches le doy vueltas al coco y pienso de todo. Y he llegado a la conclusión de que la maternidad es una oportunidad. Te da la oportunidad de ver la vida desde otra perspectiva.



Cuando Á me mira veo en él la inocencia. A veces me observa curioso, otras berreando y otras riendo. Miro a mi polluelo y se para el mundo. Es una oportunidad para dejar todo de lado y no querer más que estar con él.

Darle de comer es otra oportunidad. Que mi propio cuerpo genere su comida me da la oportunidad de comprender que soy fundamental para él. Te ayuda a cuidarte, para que la leche sea buena, y te proporciona la seguridad suficiente para entender que eres una pieza imprescindible en su vida. Que no le puedes fallar.

También es una oportunidad de aprender a querer. Porque cuando nace un hijo, nace una madre. Porque cuando tienes a tu bebé en brazos, comprendes que nunca querrás a nadie como a él. Que no hay límites de cariño, ternura y lealtad, que siempre estarás ahí porque le quieres por encima de absolutamente todo.

Y por último, y no por ello menos importante. La maternidad te da la oportunidad de comprender. Ahora sé cuánto hizo mi madre por mi. Cuánto me quiere y porqué hizo esto o aquello. Porque es mi madre, y eso es lo más grande. Porque solo cuando eres madre valoras a la tuya como se merece. Gracias mamá.

Me reitero. La maternidad lo es todo. Cada día aprendo más y más.

Objetivo mamá

lunes, 14 de octubre de 2013

Como ir gordimona y no morir en el intento

¡Por fin estoy aquí!

La maternidad absorbe mucho más de lo que esperaba, jeje, pero prometo que esta vuelta es definitiva, ya que ya me estoy haciendo al bebé y empiezo a sacar el máximo rendimiento a los pocos minutos que tengo libres al día.

El caso es que este post estaba pendiente desde hace mil. La ropa de premamá y lactancia, esa gran olvidada, o lo que es lo mismo: como ir gordimona y no morir en el intento.

Aquí, la que más y la que menos es coqueta. En mi caso me inclino más por el más que por el menos, vamos, que soy presumida y trato de ir siempre mona, aunque no siempre lo consiga... sobre todo desde el 27 de julio, jaja.

El caso es que la ropa de premamá vale una pasta y, además, te dura solo unos meses. Varias amigas me dejaron algunas cosas que me vinieron de perlas, porque me fastidiaba hacer un gran desembolso que después no iba a aprovechar.

En total, durante los nueve meses, invertí en unos pantalones de rebajas de h&m, dos camisetas básicas de pull&bear, dos medias de premamá, dos pantalones tipo pijama y dos short anchitos.  Por fortuna, los dos últimos meses -sí, esos en los que me desparramé– cayeron en pleno verano, y ahí que iba yo con mis vestiditos fresquitos y mis camisetas anchas. Antes, aproveché mi ropa y mis pantalones. Dejé de hacerlo el día en que mi médico me dijo que me bajara los vaqueros y se descubrió que los llevaba desabrochados y unidos con una gomilla... ese día decidí que se acabó ser una cutre.

Así que, amiga embarazada, tus mejores aliados en el armario son los legging y los vestidos. Por lo demás, te pones camisetas anchas y, si no, a marcar barriguita, que también mola. La mejor tienda para mi gusto es h&m. No está mal de precio y son cosas monas. Yo me compré unos pantalones comodísimos por solo 10 euros en rebajas.



Otra opción es Prenatal. Te recomiendo que te compres medias porque no hay nada más incómodo que unas medias apretadas, y menos en la barriga. Si se te hinchan los pies –cosa que te pasará sí o sí– cómprate unos calcetines si la recta final te pilla en invierno. No solo crecen la barriga y las domingas, querida.


Aún así, hay miles de opciones en la red. Y oye, si en tu barrio hay una tienda premamá, no dudes en entrar. Seguro que te tratan genial y tienen cosas chulas. Todo es verse las cosas puestas. Y si no, puesta por los complementos. Un buen collar, anillos, pulseras y pendientes son la mejor opción para ir remona con poco. También hay opciones en la red como Lilimarket, echa un vistazo.

Ten en cuenta que el embarazo sube el guapo, así que cuenta con que vas a estar guapa te pongas lo que te pongas. Tendrás cara de felicidad y descanso total gracias a los mimos. El pelo te brillará más y se te caerá menos. Marcar molla ya no es un problema porque la bartolilla es bonita y divertida y, encima, tu marido te va a ver más guapa que nunca –yo creo que ellos también tienen hormonas del embarazo–. El caso es que ir gordimona en el embarazo es posible.

Una vez que des a luz, todo cambia. Las mollas ya no quedan tan bonitas, la cara de oso panda ojeroso es difícil de quitar y tu pelazo, ay tu pelazo.... se te caerá y creerás ser calva. Ahora todo el mundo irá a ver al bebé –a tí no, para qué nos vamos a engañar– y tu no tendrás tiempo para estar ni medio mona. Dejarás de llevar tacones porque vas corriendo a todos lados –pasarán años hasta que vuelvas a ser puntual–, llevarás una coleta permanente porque no tendrás tiempo para peinarte, e irás vestida de aquella manera porque todo te queda pequeño y, además, casi nada te vale para dar el pecho.

El pecho, ese gran aliado, o enemigo, según se mire. Cuando te quedas embarazada estás tan entusiasmada que solo quieres gastar: que si ropa de bebé, que si ropa premamá. Te plantearás mil películas en la cabeza, como la lactancia. Yo soy súper prolactancia. De hecho, no entiendo que haya mujeres que, pudiendo, no den el pecho a sus hijos. Pero todo el mundo te habla de las bondades de la lactancia. Y nadie lo hace de las putadas de dar la teta.

1. La leche te chorreará. Te bajará por el abdomen y parará en la braguita, que tendrás que cambiar casi tantas veces como los pañales al bebé.

2. Lo mancharás todo. El suelo de mi casa es de lunares. Desde que nació Á, aunque lleve las almohadillas cubrepezones, goteo. Así que mi suelo, mis sábanas y mi ropa tienen bonitos goterones.

3. Nada de lo que tengas en tu armario servirá. Este verano mi ropa fresquita ha quedado en el olvido. Mi pobre madre se tiró a las tiendas cinco días después de nacer mi hijo para comprarme ropa con la que dar la teta. Porque sí, no nos engañemos, ¿cuanta ropa tenéis con botones o cremalleras hasta la mitad del pecho? Menos mal que pronto empezará el fresco –aquí en Málaga seguimos en verano–y podré ponerme mis camisas y blusas. Eso sí, el año que viene bonita colección de ropa abierta voy a tener para el periodo estival.

Así que, si estás embarazada, no olvides: Comprarte camisas, sujetadores prolactancia y cremita para los pezones por si te salen grietas. No te deprimas si no te cabe la ropa, a mí aún me quedan cuatro kilos y creo que se quieren quedar conmigo. Lo que no saben es que tengo permiso de mi ginecólogo para empezar el mes que viene a hacer más abdominales que un mono.

Por lo demás, genial. Hace no mucho, como soy periodista, me pidieron un titular de mi recién estrenada maternidad. Y me salió así: Cada día es una aventura. Y es verdad. Cuando crees que le has pillado el punto a algo, ZAS, todo cambia. Cuando crees que empiezas a dormir, PUM, algo pasa para cambiar el sueño. Cuando crees que le quieres, CHAS, llega otro día y te das cuenta de que aún le amas más.

La maternidad es lo más.

Objetivo mamá